En 2019...

miércoles, 1 de enero de 2020

En 2019... nos instalamos de nuevo en Valencia. En enero cumplí 31 con una fiesta sorpresa de mi familia. Pasé febrero encerrada en casa grabando un curso online de Community Manager y descubrí todo el ruido que eres capaz de escuchar cuando necesitas silencio absoluto. 

Llegamos a marzo y todavía seguía grabando el curso mientras intentaba esquivar el ruido de los petardos falleros que se colaban en mis tutoriales sobre Instagram. 

Abril llegó con la inscripción a una oferta de empleo. La elección del candidato se hizo más larga que el casting de Operación Triunfo, pero a finales de mes empecé a trabajar en el Instituto Superior de Estudios Profesionales del CEU. Volvía a los pasillos dónde tantas horas había pasado durante mis estudios de Periodismo. 

Sucre cumplió 6 años en mayo. Se pinchó con una palmera, le salió un bulto y le curamos. J. usó la Thermomix más que nunca y podemos subirle el cargo de pinche a cocinero. 

El 21 de junio J. me llevó a cenar por sorpresa, era viernes estuve trabajando hasta tarde y llevaba la misma ropa del trabajo (un desastre), había un concierto de Miguel Ríos y el puerto de valencia estaba lleno de gente. Cenamos viendo un atardecer precioso y de postre me pidió matrimonio. 

Me renovaron en el trabajo en julio y la baja de maternidad por la que entré se convirtió en formar parte del equipo. Organizamos un Acto de Graduación digitalizado y nos dieron un premio. 

En agosto nos fuimos a descubrir Almería y me enamoré de la Playa de los Muertos. Me ofusqué con un reto deportivo porque vi en Instagram que una chica había conseguido el récord Guinness haciendo 4 horas y 21’ en plancha. Entrené durante un mes todos los días sin descanso y llegué a aguantar 21 minutos seguidos. 

En septiembre me casé con mi persona favorita, y esa noche fue la que más llovió de todo el año. Para poder decir aquello de novia lluviosa, novia dichosa. Esa lluvia nos permitió repetir la noche de bodas en Altea. Octubre de celebraciones, 15 años juntos y los 31 del hubby. Sí, ahora a J. le llamo Hubby, a veces hubby hubby. 

Y tras un noviembre de intriga, llegó diciembre y su bomba. Nuevo destino y cambios. Ahora pasaré mucho tiempo en un avión y descubriré cada rincón de Tenerife. Esta vez sin mudanza, me haré experta en hacer equipajes de mano. 

Nunca habíamos estado tanto tiempo separados hubby y yo hasta este diciembre. ¿Se puede echar de menos dormir la siesta juntos? Se puede. Un año de espera y transición que seguro valdrá la pena. Quien no avanza, retrocede.

Querido 2020, sigue así. 


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