Cuando me dijeron que íbamos a comer en un restaurante de un pueblito asturiano un pescado con patatas y macarrones mi mente intentó imaginarlo pero no era capaz de hacer una composición de la mezcla.
¿Rey con patatas y macarrones? ¿Pero todo se come en el mismo plato? No salía de mi asombro hasta que me senté en la mesa de Casa Kilo a probar semejante manjar. Comimos, entre otras muchas cosas, un hermoso Rey al horno con patatas y macarrones que estaba impresionante.
Probamos las Llámpares (lapas en castellano), los oricios (erizos en castellano) y otros platos que estaban para repetir. Pero sin duda, volvería a pedir el Rey con macarrones y patatas.
Ya quiero volver.
Necesito volver.
Asturias me ha enamorado. Sus praos, su gente que te llama vida y se despide con un 'hasta luegin', porque no llevan zapatillas aquí llevan playeros, porque no llueve aquí orbaya, porque pasear por el muro es sagrado y cenar cachopo una pasada, porque aquí todo es guapo pues bonito es un pescado. Porque me encanta, aunque aquí dirían que me presta, escucharles decir Qué ye ho?! Porque aunque no tengas fame (hambre) te ponen un pinchín de tapa que te comes sin darte cuenta de lo bueno que está, porque aquí comes a fartucar 💚
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